Cálidez bendita

martes, 10 de noviembre de 2009

La semana pasada, mientras conversaba con un grupo de amigos que observaban algunas fotos mías, comentaban que los atardeceres ofrecen fotos monótonas y aburridas que no transmiten mayor cosa. Argumentaban que esas fotografías solo se ven bonitas en wallpapers semanales y que de las mejores fotos que han visto en televisión o en revistas nunca son de un paisaje con un sol dorado sobre el mar, que éstas suelen ser fotos con personas en ellas en un momento crítico de la historia plasmando algo que permitirá a las futuras generaciones comprender tal suceso.

Cuando eschuché esas palabras, no tuve justificación en contra puesto que entre las fotografías consideradas como las mejores nunca he visto alguna de un paisaje sin humanos en ella y valoré favorablemente sus argumentos que las fotos que trascienden son aquellas que muestran emociones humanas.

Sin embargo, los atardeceres tienen una magia especial para mí. Considero que son unos segundos mágicos que Dios nos regala, día a día, para valorar la belleza de la creación... con otros colores, con otros tonos, con otro feeling.

El Sunzal

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